martes, 16 de julio de 2013

Las aventuras de Bartolo.

Bartolo, viendo que su trabajo en la fábrica de Uranio enriquecido y productos tóxicos S.A solo le producían alucinaciones debido a inhalar los vapores (Cosa que su jefe y los demás veían normal) decidió cambiar de oficio, para también ganar un poco mas y que le llegara para un terreno en un solar de las afueras, para construirse un chabolo con material de derribo para los domingos hacerse una torra y plantar cebollino, que era su sueño.
En otro episodio de Bartolo que escribí en otro lado, Bartolo tenía una amiga que era la única que lo trataba bien y que le recomendó, ya que ella iba a emprender una prospera carrera de modelo que la daría para ponerse seis o siete chales con piscina donde ella quisiese…
“Bartolo, corazón cuando yo me valla si no te alcanza para un hámster, cázate una rata de las alcantarillas ponle un nombre y guárdala en una caja de cartón para así no te sientas solo en la vida”
A Bartolo después de descontar impuestos más impuestos, la medicina de su abuela y la comida de la parroquia, no le quedaba para el Hámster así que cazó una rata gorda de las alcantarillas para tener una mascota que le hiciera compañía, como su buena amiga le dijo pensando en su bien. Al principio metía la rata gorda en la caja de cartón pero la rata mordía las paredes de la caja y se escapaba llenando el sofá bueno de pulgas y garrapatas, enfureciendo a su madre prostituta que luchaba todos los días por traer dinero a casa.
Así que Bartolo ideó una idea genial, corriendo fue al vertedero del pueblo a buscar una solución económica para su mascota la rata a la que iba a llamar “Soledad” como una tía alcohólica que una vez le regaló unos cordones nuevos para las zapatillas. Al llegar al vertedero el cielo estaba nublado, pero a través de un resquicio de entre las nubes un rayo de Sol alumbraba como por arte de magia una gran lata de aluminio de aceitunas negras vacía, Bartolo  al divisarla brillando con los rayos del Sol aparte de diversas alucinaciones en su cabeza fruto del anterior trabajo, se emocionó tanto que corrió como un rayo con la rata bajo el brazo mordisqueándole las muñecas para ver de cerca la lata.
¡No se lo podía creer! ¡Daba saltos de alegría! Su rata Soledad, cavia dentro perfectamente y aún le sobraba espacio para su juguete (Un trapo sucio al que le había hecho unos nudos para mordisquear) Bartolo estaba contentísimo y con su rata no paró de bailar….(Continuará)

Texto Manu Cueva.  

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