Comer rosas con un tenedor
Y vomitar gaviotas
En un mar de congestión
Publicar un deseo oculto
Para nublar la razón
Mimar al amante
A tenor
De vientos a favor
Sin pensar que otros
No morderán jamás
El tierno melocotón
Tensar la cuerda de los ahorcados
Para recoger monedas
En un cielo de barro
Donde solo llueve
Orquestas con la música
De partituras interpuestas
Y melancólicos
Que gritan
¡Llevarlos al paredón!
Caminar con el cuello cabizbajo
Cuando se oye otra explosión
De otro motor a reacción
Ver como el suelo clama
Con olores azufrados
Almas y más almas
De atufada plenitud
Escuchar a las cigarras
En los pinos requemados
Para ver como el agua salta
De suelo agrietado
En suelo agrietado
Para bañar los pies destrozados
De los que limpian el brozar
Mirar desde un acantilado
La tele desenchufada pero encendida
Que algunos llevan encima
Como un rosario
Al que no dejan de
Peregrinar
Escribir y no mirar hacia ningún lado
Es la poesía de los barcos
La política que deja rastro
En alcantarillas y muros de alabastro
En corazones ahogados
Y en el humo tóxico
De la
Ciudad.
Poesía Manu Cueva.

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