Petunia yacía en la cama de aquella cabaña perdida en el
bosque sus ojos estaban inyectados en sangre mientras Bartolo paralizado la
observaba…
De la frente de Petunia salían gotitas de sudor que
brillaban con el Sol que entraba por la ventana de la chabola cabaña y sus
manos agarraban fuertemente el colchón dejando sus suaves manos pálidas por la
presión que ejercía.
¡Imbécil! Haz algo joder.
Gritó Petunia embargada por el dolor de un nacimiento… Su
primer hijo.
Bartolo le levantó la falda y observo como algo salía, era
una cabeza de bebe pero no asomaba la cara, era la parte superior de la cabeza
y no tenía ni idea de cómo agarrar aquello para sacarlo de ahí.
Petunia puedes hacer eso de respirar fuerte es que no puedo
cogerlo.
Entonces Petunia soltó un grito desgarrador y empezó a
soltar baba por la boca mientras respiraba de una manera profunda y continuada…
¡Mira Imbécil! ¡Si así puedes! ¡Date prisa hijo de puta que
duele!
Bartolo volvió a levantar la falda otra vez y vio que el
tremendo esfuerzo de Petunia consiguió sacar la cabeza y un poco de hombro del recién
nacido.
Bartolo iba a estirar fuerte de la cabeza pero en su cabeza residía
la duda de si sería bueno ya que era un recién nacido y podía perjudicarle
pensando que al ser tan pequeño era frágil.
Petunia tornó a gritar de nuevo y Bartolo quieto con la
cabeza del bebe en sus manos vio con sorpresa como aparecieron los hombros y
pasó sus fuertes manos a ellos intentando tirar con tacto pero deprisa.
Un torrente de líquido sanguinolento bañó los pies de Bartolo
y se quedó con el bebe en sus manos quedándose quieto mientras lo miraba con
curiosidad.
¡Gracias… Por fin joder! Ya me lo puedes dar si quieres…
Bartolo bonico.
Bartolo lo deposito en los brazos de Petunia mientras una
brisa fresca comenzó a entrar por la ventana de la cabaña el Sol se escondía y rápidamente.
Llegó la noche.
Relato Manu Cueva.
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