Era la chica mas marginada de la universidad de padres ultra
conservadores, mientras todas las demás se juntaban en grupo para hablar ella permanecía
sola vestida con su falda hasta los tobillos y sus prominentes gafas de
cristales gruesos.
Su perfume favorito dulce y fresco emanaba de su piel blanca
como la leche con una blusa de flores de un encanto que causaba furor en el
siglo XVI un cabello negro y rizado corto…
Ella siempre guardaba un ejemplar de la biblia de bolsillo
en su gran bolso negro de su madre un bolso negro desgastado y enorme con unos
zapatos de un tacón muy bajo con su suela bastante gruesa.
Desde todos los rincones del campus ella elegía su sitio
para sentarse justo al borde de una acera bajo un sauce llorón donde se estaba más
fresquito cuando el Sol irradiaba con rabia sus rayos.
Pensó en leer un pasaje de su santo favorito antes de estudiar ciencias cuando aquel chico sin
decir nada se sentó a su lado.
Era Ángel el perseguido vocalista del grupo de Deaht Metal
de la Universidad con los brazos cargados de increíbles tatuajes inspirados en
pesadillas nocturnas y guerreros del más allá con un cabello negro muy largo y liso con unos profundos y
hechizantes ojos verdes… También escribía letras para sus canciones y aún a
pesar de ser moreno guardaba una intensa palidez.
Se sentó justo a su lado y la saludo con un profundo “Hola”
que sonaba gutural y le dijo des pues que le gustaba el crucifijo que pendía de
su cuello sobre la blusa entonces María Rosario lo miró presa de una inesperada
excitación cuando bajó la vista y halló aquel exagerado bulto de su entrepierna
que marcaba en los desgastados y raidos pantalones de pitillo grises.
Ella fijó la mirada un buen rato mientras él la susurraba
que necesitaba inspiración para componer mientras le acariciaba con un dedo
amarillo de nicotina su mano blanca y suave cuando María Rosario se apretó la
pequeña biblia con fuerza entra la falda cerca de su sexo sintiéndose deleitada
se apretó con más fuerza aquel ejemplar del libro mientras Ángel se iba aproximando
cada vez más a su cuello preso del placer que María Rosario le producía.
A lo lejos toda la Universidad incluido el profesorado
observaban atónitos la escena.
Relato Manu Cueva.
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