Fue obligado desde bien pequeño a la vida eclesiástica, un
cura fornido y curtido a base de reglazos en la espalda, bofetones, patadas y libros con un horario vertiginoso se había privado
de todo con tal de servir a la iglesia.
Era respetado por el pueblo porque era capaz de resolver
problemas del alma a la par que emplear su fuerza para trabajar pero muchas
noches en su interior su instinto rugía con una fuerza feroz… Era ella y se
preguntaba ¿Cómo sería el amor si esto que hago no existiera?
La vio un par de veces rondando por las afueras una
bellísima bruja gitana de ojos azules que leía las manos y los posos de
infusiones de romero, mirar sus ojos le cautivaba y sentía un inmenso dolor
dentro de sí pero sabía lo suficiente que jamás la conseguiría, la propia
iglesia tiene sus métodos para alguien como él lo que hacía que golpeara con
sus puños las paredes de su celda.
Un día de misa
mientras él con la cabeza gacha levanto el cáliz creyó percibir un fuerte olor
a rosas y desde el ventanal acristalado un rayo de sol marco su mirada y allí
estaba ella de rodillas rezando, con los ojos cerrados…
Pronto el sacerdote se percato y le dijo a varios fuertes
mozos del pueblo, allí está la bruja, sacadla de aquí corriendo y fue justo
cuando nuestro protagonista sintió la más fuerte de las cóleras y salto encima
del altar tirando los cirios a patadas y gritando como un poseso mientras el
sacerdote decía, retenedlo ella lo ha hechizado, darle una paliza, si hace
falta pero no lo matéis y lo encerraron siete noches en los calabozos de la
iglesia intentando frenar algo que al parecer era un amor que poseía.
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